(Las fotos las saqué en el Puma Urban Art)
Uno de los productos con mayor arraigo de la llamada «globalización» es, sin lugar a dudas, la hamburguesa. Ronaldo, con sus rizos colorados, nos ofrece este suculento manjar imperialista a cambio de nuestra salud (y unos pocos dólares).
Así lo ha demostrado el documental Super Size Me, que ha logrado poner al descubierto la nocividad en la ingesta frecuente de estos alimentos. Paradójicamente, las cadenas de comida rápida engañan a los consumidores con cuentos sobre lo beneficioso y nutritivo de sus «combos».
Independientemente de sus cualidades dañinas, la hamburguesa es un instrumento de desintegración cultural. Recuerdo cuando estuve en la Plaza Central de Cusco, la capital del antiguo Imperio Inca, y me topé con un Mc Donald´s repleto de turistas. Realmente me dio mucha pena. Y ejemplos de este estilo lamentablemente abundan.
Por otra parte, la utilización de la hamburguesa como herramienta colonizadora se manifiesta incluso en los dibujos animados. Anteriormente traté el caso Bob Esponja.